Nunca me he considerado una
persona que tenga la vida resuelta, constantemente tengo momentos en donde
reflexiono seriamente en lo que soy, en lo que llevo recorrido de este camino y
que tan contento o satisfecho me siento con lo que he venido transitando.
Ha tenido de todo esta aventura
de vivir, desde los momentos más bellos, más sublimes, hasta los más dolorosos,
los que te quiebran por dentro.
Continuamente estoy en esta búsqueda
de definirme, de encontrar mi esencia, lo que
soy y que de eso puedo compartir. Estoy lleno de dudas, pero también de
ganas de encontrar respuestas; muchas veces me contradigo y en mi andar he tenido
que regresar sobre mis pasos para retomar de nuevo el rumbo.
Aplico técnicas, acierto, fallo,
me levanto, caigo nuevamente; en ocasiones me quedo un rato ahí tumbado,
buscando el porqué caí. En otras, apenas si toco el suelo y como si tuviera un
resorte, ¡Pum! Estoy de vuelta de pie.
Soy las ganas de reír, de correr,
de besar, de soltar y volar o simplemente caminar. Disfruto la lluvia que te
atrapa en la calle, por eso salgo sin paraguas,
me divierte mojarme y tratar de huir –como si pudiera- para resguardarme
bajo el techo de una casa.