Preludio
Las vacaciones intermedias de
semana santa hicieron que para muchos, el mes de abril pasara como si hubiera
sido un suspiro. Apenas iniciábamos el mes y de pronto... ¡mayo sorpréndeme!
Despegue
Y es en base a la semana santa por donde busco reflexionar. Solo
que antes voy a aclarar que no soy la persona más religiosa que se pueden
encontrar. Soy creyente y les comparto que Dios y yo hemos desarrollado una
forma tan efectiva y buena onda de comunicarnos, haciendo de nuestra relación
la de un par de muy buenos amigos, de esos que tienes desde la infancia y
pueden pasar horas y horas hablando y cuando llega el momento de despedirse, te
quedas con las ganas de volverse a encontrar pronto otra vez. Pero bueno, esa
es harina de otro costal.
Retomando la idea de la Semana
Santa, escuchaba decir a una maestra de catecismo que este es un tiempo para
dedicarlo al arrepentimiento, de ayuno y sacrificio como el que había hecho
Jesús de Nazaret para expiar nuestros pecados y culpas pero sobre todo, para mostrarnos
que pudo morir para este mundo material y resucitar al mundo espiritual, al
mundo divino.
De esta manera, el filósofo del
amor, estaba sentando un precedente. Para trascender al plano terrenal hay que
reconciliarse con uno mismo, con los demás y con la Esencia Suprema y trabajar
en el plano interno (que a estas alturas de la vida, es en verdad un
sacrificio) y externo de nosotros mismos.
Algo que me impacta en este
tiempo es la procesión del silencio, ver esos hombres con una pesada cruz
cargando, muchos con cadenas atadas a los tobillos, en un total silencio
solemne y con un capirote cubriendo la cara para guardar el anonimato y mira
que en estos tiempos muchos estamos urgidos de mostrar quienes somos, lo que
comemos, a donde viajamos o lo que compramos. Es para mí digno de respeto,
admiración y una forma de recordarme que me debe de importar tener fe en los
ideales, esperanza en realizarlos como una forma de amor a la humanidad.
Hasta hace poco, entendí que
Semana Santa es un momento para reflexionar, para alejarnos de los ruidos del
mundo, despegarnos un poco de las redes sociales, medios de comunicación masiva
y todas esas cuestiones que nos van llevando a una actitud de preocupación, ansiedad y en algunos casos, giramos alrededor
de lo que se publica o se deja de publicar.
Es momento de morir, de morir a
los errores que venimos cometiendo, personalmente quiero morir a creer que la
felicidad está en las cosas materiales, no puedo basar mi felicidad en algo que
en algún momento va a dejar de servir y por lo tanto lo desecharé. Es momento
de morir a todo aquello que me encadena, que me quita el sueño, que me preocupa.
Es preciso renacer y buscar como puedo fortalecer mi espíritu, mi esencia.
Independientemente de la creencia
que cada uno de nosotros profese, este es un momento en que se nos invita a
ponernos en reconciliación con las personas con las que hemos tenido problemas
para resolverlos de la mejor manera, así como también para que nosotros nos
pongamos en armonía con nosotros mismos, dejando de ser jueces tan severos o de
llevar a nuestro cuerpo a límites extremos con tal de cumplir con nuestro
trabajo. Pero sobre todo, a que busquemos una salida alternativa a muchos de
los problemas en los que nos vemos inmersos.
Me queda más claro que hoy más
que nunca tenemos que regresar a nosotros mismos y descubrir cuál es nuestra
misión en esta vida. Estamos aquí por algo y sobre todo para algo.
Nosotros
tenemos planes muchos planes, pero desconocemos que estamos aquí para cumplir
un propósito. Es hora de irlo descubriendo, encontrando para poder dirigir
nuestra fuerza hacia allá. Para eso tenemos que comenzar a escuchar nuestra voz
interna. Y me he dado cuenta que esta voz interna es muy tenue, para poderla
percibir, es necesario bajar el ruido externo, desatender por un momento las preocupaciones,
todas las cuestiones que parecen importantes, porque no lo son tanto. Para
escuchar nuestra voz interna es necesario dedicarnos en silencio a encontrarla,
reconocerla y así poder seguir nuestro propósito.
Aplica te
No me ha sido fácil renunciar a
las cuestiones materiales y más porque estas son seductoras, te atrapan con sus
redes. Y es ahí donde esta una lucha que hay que librar.