Preludio
Nos hemos convertido en seres tan
complicados, que creemos que las cosas sencillas no tienen nada que ofrecernos.
Despegue
A lo largo de este viaje y
aventura que es la psicología, he venido escuchando de diversas voces tanto de
jóvenes como de adultos, de las oportunidades que se han presentado en su vida.
Me han compartido como ven llegar estas
anheladas oportunidades y por diversas razones no las han aprovechado, muchas
veces es por miedo, por indecisión, por exceso de análisis y reflexión, entre
otras cosas.
Las personas ven como esas
oportunidades por las cuales estuvieron luchando buena parte de su vida se les
escapan de las manos, se les escurre entre los dedos, dejado así un vacío, un
hueco existencial y por lo tanto, aparecen la frustración, la baja autoestima,
la angustia, etc.
Y habrá que esperar otra
oportunidad, otro momento, otra circunstancia para entonces sí ir por ella. Es
en esta parte en donde yo difiero, puesto que hay muchas personas que mencionan
que cada uno de nosotros construimos nuestras oportunidades. Pero poniéndome en
un plan radical, la única oportunidad que tenemos es hoy. Muchos hacemos planes
a corto, mediano y largo plazo y eso está bien, porque trazas un objetivo, una
meta, un rumbo. Aquí lo que veo es que perdemos algo muy importante y esto
importante es el presente. Estamos tan ocupados por pensar, actuar y visualizar
lo que está por venir, por lo tanto, perdemos el presente, ya que nos enfocamos
mucho en el futuro, en construir algo para que el día de mañana cuando alcancemos este futuro que
estamos construyendo, nos olvidamos de vivir el presente. Si a eso le agregamos
que algunos vivimos del pasado, pues entonces las cosas se vuelven más
complejas y por estar rumiando el
pasado y actuando para el futuro, se nos olvida vivir el presente.