Preludio
Vagué por México, corrí por todas sus
costas, sus altas costas acantiladas, incendiadas por un perpetuo relámpago
fosfórico. Pablo Neruda
Despegue
Si
bien es cierto que el país atraviesa unas serie de crisis más fuertes de los
diferentes ámbitos. La corrupción, la inseguridad, el narcotráfico, la falta de
credibilidad del Gobierno y sus Instituciones, son navajas que día a día
desgarran al tan lastimado Méjico.
Leer
a Carlos Fuentes, Octavio Paz, Roger Bartra y demás intelectuales que han
intentado acercarse a la mejicanidad y su diversidad de tradiciones, sabores y
olores, lo han hecho de una manera casi romántica, soñadora y en ocasiones
políticamente incorrecta.
Pero
también es cierto que son pocos, muy pocos los intelectuales que viven en el
día a día del mejicano promedio. Para ellos, es muy conmovedor los rituales de
día de muertos e inverosímiles festejar –un día como hoy- un grito de independencia, para callar el resto del año.
México
se conoce por sus mercados, mencionó alguna vez Pablo Neruda. México es más que
Chile, es el dulce de los ates y las cajetas, es la carne asada y el pescado empapelado.
México son piñatas y posadas, es olor a incienso y veladoras. Es sudor y sangre
del viacrucis, es el olor a pólvora dedicada al santo patrono de los miles de
pueblos, comunidades y rancherías. México también es el arte de Rivera, de
Siqueiros, de la Kahlo o de Orozco. Es moderno y actualizado, son los centros
comerciales que vienen a revolucionar las relaciones interpersonales. Son los
jaripeos, las corridas de toros, la pelea de gallos, también eso es México. Sus
melodramas televisivos, que aunque le causen escosor a más de un
ciberfeisbuquero revolucionario, ha dado proyección a este país al mundo
entero; podrá no ser la mejor, pero es también material de exportación.