La vida cambia y da un giro de
180° en un segundo, en un abrir y cerrar de ojos, los planes que se tenían pensados
se tienen que reestructurar.
Despegue
Apenas puedo creer que hace 368
días estábamos celebrando en familia el año nuevo, la cena, los amigos, los
abrazos y buenos deseos estaban por doquier, esperando que el 2017 nos
sorprendiera... ¡Vaya que nos sorprendió!
Estoy por darle vuelta a esta
hoja de los días de mi vida y me cuesta trabajo no volver la vista atrás y
recordar todo lo que en el año anterior me ha pasado.
El año 2017 lo voy a recordar
como el año en donde la vida me enseño la otra parte de su cara, esta parte
dura, difícil, cruda y dolorosa que no siempre queremos enfrentar.
Apenas si llevábamos escasos tres
días de enero de 2017 y a medio día en
punto, la vida me puso a trabajar en esta parte que no tenía considerada. La
muerte de mi papá, me hizo recordar la fragilidad humana, sentir el dolor, la incertidumbre, toda mi
frustración, el miedo terrible que me tomo entre sus manos y mientras intentaba
entender o asimilar para sacar fuerzas y no caerme, tuve que andar de aquí para
allá, corriendo con los trámites administrativos, apenas si pude consolar a mi
madre y mi hermana, puedo reconocer que
fui duro con ellas en esos momentos de mayor dolor. Nunca intenté aparentar que
no me doliera o que era “equilibrado” o mostrarme frio, solo hice lo que creí conveniente.