Preludio
«El último ser humano vivo lanzó la última
paletada de tierra sobre el último muerto. En ese instante, mismo supo que era
inmortal; porque la muerte sólo existe en la mirada del otro».
Alejandro Jodorowsky
Despegue
Es muy común
escuchar a ciertas personas cuando dejan
algún trabajo en una Institución ya sea pública o privada dentro de sus
palabras de despedida algo así como: Las
personas se van, pero se queda la Institución, todos somos transitorios y
alguien llegará a hacer lo que yo hacía y tal vez lo haga mejor. La mayoría
hemos escuchado esto.
Quiero mencionar,
que antes yo también coincidía con este discurso, por la simple y sencilla
razón de que todos tenemos un tiempo en el lugar en donde estamos y que es una buena forma de no generar un apego a las cosas y/o a
las personas. Pero ahora, por diversas situaciones en las que me he encontrado
en la vida, efectivamente las Instituciones se quedan, pero las personas
estamos obligadas a trascender, al menos eso debemos intentar.
Y menciono que
es lo que debemos intentar ya que si pensamos en la Institución sea cual sea,
nos exige principalmente a dar resultados y estos resultados pueden ser apoyados
por los compañeros de trabajo, sin los compañeros o a pesar de los compañeros
de trabajo. Nos van exigiendo cumplir metas, objetivos, excluir a quienes no se
apegan a las normas, a quien con una
pincelada de creatividad puedan violentar lo establecido por la Institución.
Muchas veces, encontramos que quienes encabezan la Institución no tiene la más mínima
idea de lo importante que son las relaciones humanas y que favoreciendo un
clima de interacción personal se pueden lograr los objetivos y las metas sin
poner en riesgo la integridad de la persona y sin que termines peleado con
todos sus compañeros, subordinados, homólogos, jefes, etc.