Preludio
Cuenta una
leyenda, que había un discípulo que estaba muy interesado en llegar a la
sabiduría, había pasado todas las pruebas que le puso su maestro, en una
ocasión, el discípulo llegó a la casa del maestro, atravesó el jardín y fue
esta donde estaba su maestro al que encontró meditando, fiel a su costumbre, el
discípulo le pregunto: maestro, ¿cuándo
llegaré a ser sabio? Con la tranquilidad que lo caracterizaba el maestro
respondió: ¿me puedes decir cuántos
rosales están plantados a la entrada de mi casa? El discípulo, conocedor de
las pruebas, medito por un momento y apenado contesto: no maestro, no me acuerdo, no me di cuenta. –El primer paso para
llegar a la sabiduría es estar consciente de las cosas en todo momento. Respondió
el maestro.
Despegue
Tomar
conciencia. Puedo realizar todo un ensayo filosófico, antropológico, político o
lo que sea pero ustedes saben que se trata de tratar este tema de manera
sencilla, enfocado a que podamos ponerlo en práctica. Así que sin más
preámbulo, ¡A darle!
Independientemente
de la escuela o teoría psicológica que les agrade, todas estas visiones de la
Psicología van en busca de que las
personas tomemos conciencia de las cosas. Tener conciencia de quien soy, cuáles
son mis defectos, cuales mis virtudes, que he dejado de hacer, que de todo lo
que hago de mi vida me han ayudado, etc.
Puede sonar
fácil el decir: “yo estoy consciente de
lo que hago” pero en ocasiones a poco no les ha pasado que incluso se nos
olvida lo que comimos ayer, bueno incluso algunos nos preguntamos en algún
momento del día -¿Sí desayune? ¡Porque ni
me acuerdo! Hay personas que juraban y perjuraban traer las llaves de su
casa en la mano y se dan cuenta que cerraron la puerta y las llaves están
adentro. Bueno, le comparto que en alguna ocasión escuche de alguien decirle a
su amiga: ¡No manches! ¡Se me olvido
ponerme los calzones! Y ojo con
esto, no es que estemos perdiendo la memoria, o que ya tenemos lagunas
mentales, pero por supuesto que no. Es porque no estamos conscientes de lo que
estamos haciendo, de lo que estamos comiendo, de lo que estamos viviendo.
En una ocasión,
platicaba yo con mi esposa, ya saben, los temas cotidianos: los compañeros de
trabajo, las injusticias de las que
somos víctimas por parte de nuestros jefes, el comportamiento de nuestra hija,
etc. Platicábamos acompañados de una taza de café, pero por diversas razones,
interrumpíamos la plática, y me percate que de las 7 veces que paramos la
plática, yo siempre la intentaba retomar y le preguntaba: ¿Qué te estaba diciendo? Hasta ahora que lo reflexiono, y tomo
conciencia de ello. Me pregunté: ¿Cómo puede ser posible que si estaba contando
algo y se me haya olvidado en cuestión de segundos? Como lo mencioné
anteriormente, pensé que ya comenzaba a tener problemas con la memoria, ¡pero
claro que no! Lo que pasa es que estamos tratando de estar pendientes de mil y
un cosas a la vez, que terminamos por no estar pendiente o conscientes de nada.
¿Saben que es lo
que me preocupa? Que muchas veces – espero que no sea la mayoría de ellas-
actuamos, decimos o tomamos decisiones sin estar conscientes de lo que esto
implica. Y claro, vienen entonces las disculpas por parte de nosotros porque
dijimos o hicimos algo de lo cual no estábamos conscientes a la hora de decirlo
o hacerlo. Ni se diga de las decisiones, algunos nos molestamos, o nos sentimos
mal porque las cosas no resultaron como parecen.
Todas lo que nos
sucede, tanto positivo o negativo e porque nosotros así lo queremos, ahora
pónganse a pensar, ¿cuánto tiempo estoy consciente en el día?
Aplica te
Como lo
mencionaba al inicio de este artículo, la Psicología en cualquiera de sus
vertientes, está encaminada a que las personas seamos conscientes de quienes
somos, que problemas tenemos y que podemos hacer para solucionarlos,
parafraseando al viejo Freud: hacer
consciente lo inconsciente. Así que la invitación es a estar más consciente
de todo lo que vemos, pero sobre todo, enfocarnos en lo que hacemos, decimos y
decidimos.
Por hoy, es cuánto.
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