Preludio
Ahora seré un
hombre porque libre al fin seré, ahora seré rico, porque nada poseeré…
San
Francisco de Asís
Despegue
Me atrevo a
decir que la gran mayoría de personas generamos sentimientos de bienestar
cuando compramos algo, va desde una prenda de vestir, artículos de joyería,
artículos para la casa, cuando
decidimos cambiar el modelo de nuestro celular. O ¿Qué tal te sientes cuando
compras un carro?, sea de agencia o usado. Esa sensación que se siente al
comprar ¡claro que genera placer!, satisfacción, bienestar y en ocasiones hasta
nos provoca motivación. Aunque no todo termina aquí, puesto que las personas no
solamente tenemos esta sensación de bienestar cuando compramos, también hay una
sensación placentera que experimentamos al acumular.
Los seres
humanos somos dependientes por naturaleza y una de esas dependencias ha
derivado en acumular una serie de objetos –y en ocasiones personas- que parecieran
ser útiles en nuestra vida.
Vamos acumulando
un sinfín de cosas: la camisa de la suerte, los calcetines que te regaló la
abuela, el primer diente que se te cayó, libros, discos, fotos, souvenirs ó recuerdos de bodas, fiestas
de quince años y una gran lista que podemos ir agregando a la serie de cosas
que vamos acumulando.
La gran pregunta
es: ¿Por qué este placer? Basta recordar un poco que el ser humano tiene
una necesidad de propiedad, de poseer, de sentir que “eso” –cualquier objeto o persona- es
nuestro, algo así como una
extensión de nosotros y que por lo tanto podemos hacer lo que se nos antoje; es
el poder que nos da la propiedad privada dijo mi amigo el marxista.
El apego que le
tenemos a las cosas materiales ha ido creciendo de una manera desmedida a tal
grado que ha comenzado a generar serios problemas psicológicos. Algunos pueden
decir que se debe al capitalismo salvaje y su filosofía consumista. Otros
tantos mencionarán que es el vacío existencial que tienen las personas, por lo
que el comprar y acumular es una forma de llenar este vacío que tenemos.
Porque cabe
mencionar, que también somos dados a acumular personas, ¡Si, Personas! Personas
que ya no las necesitamos en nuestra vida, pero que también nos cuesta trabajo
liberarnos de ellas y que buscamos estar anclados.
Ya de por sí es difícil desechar la camisa de la suerte, nos resulta más
complicado dejar ir a esa o esas personas que ya no tienen nada que aportarnos
ni nosotros que compartirles, pero estamos ahí, aferrándonos a ellos. La camisa
ya ni la usas, a la persona ya ni la frecuentas, eso sí, ahí los tenemos guardaditos, para “cuando se necesiten”
La situación
aquí no se enfoca en tener o en comprar,
aquí es una invitación a revisar lo que estamos acumulando, esas cosas que se
volvieron inútiles pero que están ahí, ocupando un lugar en nuestra vida,
impidiendo que podamos liberarnos, renovarnos. Observar detalladamente lo que
acumulamos y que necesita irse, cambiar de manos para ser valorado
y disfrutado por otros. Nos podrá aterrar el vacío que dejan, pero no hay porque preocuparse, ya llegará algo y
alguien más a llenar ese hueco. Y
así, de una manera estaremos generando ciclos en nuestra vida, evitemos
acumular, almacenar, puesto que propiciamos el
estancamiento, la inmovilidad, nos empantamos.
Aplica te
En Méjico, el 1 y 2 de noviembre de cada año, celebramos a nuestros muertos; altares,
flores, comidas, bebidas, veladoras, forman parte de esta fiesta. El muerto, muerto está –dice la sabiduría popular- una
forma que tenemos los vivos de retener
a los que se han ido. Mientras que ellos, los que ya se fueron, no se llevaron
nada. Y eso debemos de tenerlo muy presente.
Lo que no uses y
disfrutes hoy no lo harás mañana; eso aplica para personas y cosas.
Se acerca el
invierno, época del año en que muchas flores y plantas mueren para renovarse,
los seres humanos aprendamos más de la naturaleza para poder renovarnos.
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