Preludio
"Si todo te da igual, estas haciendo mal las cuentas"
Despegue
Ernesto
Méndez siempre se ha preocupado en que sus hijos vayan a las mejores escuelas, tengan la
mejor ropa, procura llevarlos de vacaciones al menos dos veces por año, con
gusto recompensa las buenas calificaciones comprando mejores teléfonos celulares, permitiéndoles
ir a divertirse con sus amigos, dándoles algún lujo que su economía le permite.
También se encarga de ver que sus hijos sean personas honestas, honradas que
respeten a los demás y siempre se esfuercen en ser mejores cada día.
“Hoy en el noticiero… cámaras ocultas en
la oficina de un empresario captan al Lic. Ernesto Méndez que es funcionario de
Gobierno reunido con uno de los líderes del crimen organizado mientras hablaban
de como evadir a Hacienda y diciendo nombres de personas a las cuales pensaban
sobornar para tener preferencia en las obras que el Gobierno tiene planeado
hacer. ´Más adelante, daremos toda la información…”
Sin
palabras ha dejado el conductor a la Familia Méndez a la mitad de la cena. Los
hijos voltean a ver inmediatamente a su padre, quien atónito observa el cuadro
de la última cena frente al comedor. Susana, la madre, conocedora de las buenas
costumbres, intenta decir palabra alguna, y es el llanto de Marce -hija menor-
que rasga este silencio para irse corriendo a su cuarto. La memoria de Emilio,
el hijo mayor, inmediatamente le trae el recuerdo de cuando en un momento de
juego, Emilio junto con otro de sus primos, tomaron dinero del bolso de mamá
para irlo a gastar en golosinas y videojuegos fue una de las tardes más
divertidas. ¿Cuándo te he dado ese ejemplo Emilio? Gritaba Ernesto mientras
descargaba el primer cinturonazo en las nalgas del chico. ¡Siempre les he dicho
que ustedes sean personas integras, honradas, que se ganarán con su trabajo
todas las cosas que quieran! Después vinieron otros golpes con el cinturón como
mudos testigos del pacto que harían padre e hijo. ¡Dime, anda, júrame que no
volverá a pasar esto! ¡Dilo chingada madre!... ¡Si papi, no volverá a pasar!
La
Familia vive un estado de anomia no
hay claridad en las reglas y normas que rigen y dan estructura a la familia.
Por un lado, los padres exigen a los hijos no decir groserías, comerse toda la
comida, ser puntuales, cumplidos y responsables. Muchas veces ni los papás cumplimos
con lo que exigimos a nuestros hijos. Les decimos que la corrupción es mala y
criticamos severamente a quienes corrompen o se dejan corromper. Pero somos los
primeros en intentan ofrecer “una mordida”
cuando cometemos una infracción de tránsito.
Somos los primeros en rechazar los
vegetales o la sopa en la hora de la comida, pero exigimos a nuestros hijos a
que coman todo lo que se les sirve en el plato. Los ejemplos son interminables.
Este
doble discurso que se da en las familias genera desesperación en los miembros
que la conforman, causa serias confusiones al exigir tal o cual comportamiento pero
no ser ejemplo de lo que queremos que hagan los demás. Sentimientos de
futilidad son comunes en muchas personas. ¿Para qué comprometerse cuando no se
ve mucho interés en los demás por ser comprometidos? ¿Cómo es que no queremos
que haya un vacío existencial en las personas cuando no tienen personas referentes
de como conducirse en la vida? Y los únicos referentes, son aquellos
estereotipos que los medios de comunicación se encargan de vendernos como figuras de éxito, poder, triunfo o felicidad… y como no quiero hablar mal de nadie,
me reservo mi comentario.
Es
urgente que si queremos darle un giro a la realidad que estamos viviendo,
debemos de tomar cartas sobre el asunto de una manera fácil y sencilla, sin
tanto rollo y sin necesidad de acudir con algún especialista… Ser congruentes
con lo que decimos y con lo que hacemos.
No
es tarea fácil, pero alguien tiene que comenzar por hacerlo.
Aplica te
La
inquietud de escribir este blog fue con la idea de poder compartir desde mi
perspectiva como psicólogo algunas de las situaciones de la vida cotidiana.
Aunque
en el fondo, es una manera de satisfacer una de mis pasiones como lo es
escribir. Reconozco que no soy un excelente escritor, pero de que me gusta, me
apasiona y lo practico tan pronto puedo.
También
quiero reconocer que hubo un cierto aire de ambición al tratar de querer
abordar la infinidad de situaciones que se nos presentan a lo largo de la vida,
utilizando la Psicología y en particular la Psicología Social, hoy me doy
cuenta de que no es tarea fácil, la vida cambia día a día, más rápido de lo que
muchos se imaginan.
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